Receta de caldo de pollo sin grasa
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Caldo de pollo sin grasa Swanson
Todo el mundo tiene su propia rutina matutina, su fórmula particular para abrazar el nuevo amanecer. Para algunos, puede tratarse de estiramientos de yoga, de sacar al perro o de tratar de recordar, sin que te des cuenta, si tienes un par de vaqueros que no estén cubiertos de estiércol de vaca o destrozados por el alambre de espino. Para otros, puede implicar el aroma del café y de las tostadas con mantequilla, o un viaje al gallinero en busca de los huevos más frescos que una tortilla podría esperar encontrar. En mi caso, sin embargo, la mañana no está completa sin una taza humeante de caldo de hueso dorado.
Lo admito. Nunca he sido una chica de café. El olor es, por supuesto, celestial, pero nunca pude superar el sabor. El té, en cambio, es otra historia. Seis meses en Inglaterra cuando tenía veintitantos años me convirtieron en una adicta al té negro. Desgraciadamente, ese té siempre iba acompañado de una generosa ración de nata y azúcar (sí, realmente pongo nata en mi té en lugar de leche). Los aficionados al té pueden horrorizarse). No hace falta decir que la combinación resultó ser poco amigable para mi cintura. Pero ¿qué puede hacer una chica sin su taza caliente de bondad calmante por la mañana? El caldo de huesos.
Caldo claro sin grasa (caldo o consomé)
Con la marcha de las fiestas navideñas todos hemos pasado por una cita con la “Dra. Pesadora” Y esta nos ha dicho que debemos recuperar el peso que teníamos antes de las navidades, ¿es verdad o me lo estoy inventando? Bromas aparte, la receta de hoy es ideal para el invierno, ya que aporta ese calor propio de un buen cocido y una buena sopa, pero sin pasarse de calorías. Se trata de un caldo desgrasado, al que en mi caso he optado por añadirle unas estrellas de pasta de colores. Puedes añadir lo que quieras: fideos finos, fideos gruesos, estrellas normales, letras, etc.
Caldo sin grasa para la colonoscopia
Cuando me enteré de que tenía diabetes gestacional, allá por 2010, me interesé mucho por las dietas “Low carb” y entre ellas por la dieta paleolítica, aunque su nombre chirría un poco, su nombre es así y no sé cómo llamarla de otra manera.
En la dieta paleo, una de las recetas estrella es el caldo de huesos, que se prepara precisamente para extraer todos los nutrientes de los mismos y poder beneficiarse de ellos de forma fácil y deliciosa.
Lo mejor del caldo de huesos es su densidad nutricional, todo lo que se puede extraer de los huesos como resultado de ese largo periodo de cocción a baja temperatura es como una medicina para nuestro cuerpo.
El vinagre es el encargado de facilitar la extracción de los nutrientes de los huesos y no basta con añadir el vinagre mientras se hace el caldo, hay que añadirlo al principio, en frío, y dejarlo reposar durante 30 minutos antes de encender el fuego.
También se pueden variar las especias, yo suelo utilizar cúrcuma, jengibre, cebolla en polvo, ajo, laurel, le dan al caldo un toque muy especial, pero se pueden poner semillas de cilantro, comino, las posibilidades son muchas.