Arroz con pollo de Hainan
Nacido en 1950, Takao Furuno vive en la prefectura de Fukuoka, Kyushu, Japón, una región rural al oeste del archipiélago japonés. Pequeño agricultor, fue uno de los primeros en empezar a utilizar métodos de agricultura ecológica en Japón, a partir de 1978. Según cuenta, encontró en el famoso libro de Rachel Carson, Primavera silenciosa, la motivación para llevar su granja en una nueva dirección[1][2].
Después de diez años de utilizar prácticas de agricultura ecológica, Furuno conoció un método tradicional japonés de cultivo de arroz que consistía en utilizar patos para eliminar las malas hierbas en los campos de arroz, el “Método Aigamo”. Su primer experimento fue un éxito, pero no sin problemas. En este sistema, los patos aigamo se introducen en los arrozales con el propósito de (1) proporcionar un fertilizante natural, (2) fortalecer las plántulas de arroz al oxigenar el agua gracias a las turbulencias causadas por las acciones de natación de los patos, así como (3) desherbar y comer insectos. Una temporada, una enfermedad destruyó toda la cosecha de Furuno. Durante tres años, los perros se comieron sus patos hasta que instaló vallas eléctricas. Entonces, Furuno tuvo que ahuyentar a las aves de rapiña, que se adentraban en los arrozales en busca de una comida rápida[3].
Kamo nanban
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Salsa rouennaise
La propagación mundial del coronavirus está perturbando los viajes. Manténgase al día sobre la ciencia que hay detrás del brote>>ViajePato Pekín: la compleja historia de un clásico chinoOfreciendo una irresistible combinación de sabores y texturas, este clásico plato chino tiene una larga y compleja historia – y un proceso de cocción a la altura. Por Fuchsia Dunlopfotografías de Yuki SigiuraPublicado el 9 de julio de 2021, a las 00:15 BST, Actualizado el 9 de julio de 2021, a las 10:35 BSTEl pato a la china es uno de los grandes platos del mundo y un emblema de Pekín, tanto como la Ciudad Prohibida o las viejas callejuelas de los hutongs. Se dice que un chef experto es capaz de trinchar cada pato en más de 100 trozos. Normalmente, se saborea primero la piel, quizá con una pizca de azúcar, y después la carne con todos sus adornos.
Fotografía de Yuki SugiuraUn joven cocinero con una toca blanca aparca un carro junto a la mesa. Sobre él hay un pato; rollizo y brillante, su piel es de un tentador caramelo y totalmente lisa. Con un largo cuchillo, el cocinero corta rebanadas de piel lacada y luego de suculenta carne, y las coloca ordenadamente en una bandeja de servir. Las tortitas se sacan de una pila en una vaporera de bambú, se untan con salsa tianmiana oscura, se colocan con rodajas de pato y trozos de puerro y pepino y se enrollan, listas para ser consumidas. La piel crujiente, bañada en azúcar blanco, se deshace al instante en la boca. La combinación es irresistible: la fragancia de la carne y la piel, el sabroso golpe de la salsa, el refrescante contraste de las verduras.
Cha shao
Este plato fue creado en el norte de Portugal, en la ciudad de Braga. El plato ganó rápidamente popularidad en todo el país y ahora se ofrece en muchos restaurantes del norte al sur y en comunidades portuguesas de todo el mundo. También es una popular cena familiar de los domingos.
La última vez que comimos este plato fue en casa de mi primo cuando visitamos Portugal hace poco más de un año. Disfrutamos de este maravilloso plato en Viana do Castelo, en el norte de Portugal, en su preciosa casa.
Mi primo y su familia nos trataron muy bien. Nos llevaron a muchos lugares de su región, e incluso a Santiago de Compostela en España. La comida fue sin duda uno de los aspectos más destacados de nuestra estancia. Hicieron todo lo posible para que nuestra visita fuera inolvidable.
Aunque nos encantó la comida que comimos fuera, también nos obsequiaron con algunas comidas caseras alucinantes. No sólo son fantásticos cocineros, sino que también cultivan verduras y frutas y crían algunos animales. Es la experiencia definitiva de la granja a la mesa. El pato que cocinaron para su plato de Arroz de pato fue criado en su pequeña granja. Una locura de frescura, ¿verdad?