Consumo de carne Cambio climático
Tabla 1 Ejemplos de medidas de resultado elegibles por categoría (consumo o compra) y método de mediciónTabla de tamaño completoMarco temporal: Son elegibles los artículos lanzados o publicados en cualquier momento antes de nuestra búsqueda final.Métodos de búsquedaEn la etapa 1 de búsqueda, buscaremos tanto en la literatura revisada por pares como en la literatura gris para identificar los artículos elegibles. A continuación, en la fase 2 de la búsqueda, utilizaremos una “bola de nieve” de los artículos identificados en la fase 1 para intentar identificar artículos adicionales, como se describe a continuación. Incluiremos artículos y literatura gris publicados o divulgados en cualquier momento y escritos en cualquier idioma, buscando la traducción de los textos completos si es necesario.Búsquedas de la etapa 1
Desarrollamos una estrategia de búsqueda sensible para la literatura revisada por pares en colaboración con un bibliotecario de referencia académica (PAB). Buscamos en ocho bases de datos (Medline, Embase, Web of Science, PsycInfo, CAB Abstracts, Sociological Abstracts, ProQuest Dissertations & Theses y PolicyFile) utilizando los términos de búsqueda del archivo adicional 1, sección 2. Una búsqueda piloto utilizando estos términos recuperó 3779 artículos después de eliminar los duplicados.
¿No es sano comer carne?
Cuando doy conferencias públicas sobre la crisis climática, la pregunta más habitual que me hace la gente es: “¿Es usted optimista o pesimista?”. Mi respuesta es sí. California ha conseguido reducir drásticamente las emisiones en una economía próspera, lo que me hace tener esperanzas, pero en general la industria de los combustibles fósiles está decidida a no cambiar. La segunda pregunta más habitual es: “¿Qué puedo hacer yo, personalmente,?
Es una pregunta difícil. Los principales impulsores del cambio climático son empresas colectivas como las redes eléctricas, la industria, la agricultura a gran escala y los sistemas de transporte. Aproximadamente la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero proceden de la generación de electricidad y del uso industrial de combustibles fósiles. Lo más probable es que las reducciones sustanciales de las emisiones en estos entornos no provengan de acciones personales, sino de leyes y políticas como los sistemas de fijación de precios del carbono, la revisión de los códigos de construcción y las ayudas a la inversión ecológica.
Algunas personas han argumentado que los llamamientos a la acción individual en realidad nos distraen de la responsabilidad de las empresas. Eso podría explicar por qué la industria de los combustibles fósiles está enamorada de esos ruegos. El gigante petrolero BP popularizó y promovió la idea de la huella de carbono, desviando la atención hacia sus clientes que, según sugiere, deberían asumir su responsabilidad personal reduciendo sus huellas de carbono. Un estudio reveló que centrarse en la actividad individual en realidad socava el apoyo a iniciativas políticas más eficaces, como un impuesto sobre el carbono.
Evitar la carne y los productos lácteos es la principal forma de reducir el impacto en la Tierra
Cada vez hay más consenso sobre la necesidad de reducir el consumo excesivo de carne para alcanzar los objetivos del cambio climático, al tiempo que se beneficia la salud de las personas. Las estrategias destinadas a fomentar la reducción del consumo de carne también tienen el potencial de promover otros comportamientos proambientales a través de la difusión de conductas, que pueden ser catalizadas a través de una mayor identidad proambiental. En base a esto, el presente estudio probó la eficacia de una intervención aleatoria de dos semanas de duración sobre la reducción del consumo de carne roja y procesada y el fomento de la difusión de comportamientos pro-ambientales. Los participantes eran estudiantes universitarios del Reino Unido (n = 320 al inicio) asignados aleatoriamente a cuatro condiciones en las que recibían información sobre los efectos del consumo de carne en la salud, el medio ambiente o una combinación de ambos, y un control sin mensajes. Los resultados mostraron que recibir información sobre los impactos de la carne en la salud y/o el medio ambiente fue eficaz para reducir el consumo de carne roja y procesada en comparación con el grupo de control durante el período de intervención, y algunos efectos permanecieron un mes después. Sin embargo, la intervención no tuvo ningún efecto sobre la identidad pro-ambiental y hubo poca evidencia de efectos secundarios en el comportamiento. Se discuten las implicaciones para futuras investigaciones e intervenciones destinadas a reducir el consumo de carne.
Artículo sobre el consumo de carne
Los esfuerzos para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero y el impacto del calentamiento global se quedarán muy cortos si no se producen cambios drásticos en el uso de la tierra, la agricultura y la dieta humana, advierten destacados investigadores en un informe de alto nivel encargado por las Naciones Unidas. El informe especial sobre el cambio climático y la tierra del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) describe las dietas basadas en plantas como una gran oportunidad para mitigar el cambio climático y adaptarse a él, e incluye una recomendación política para reducir el consumo de carne.
El informe destaca la necesidad de preservar y restaurar los bosques, que absorben el carbono del aire, y las turberas, que liberan carbono si se excavan. El ganado criado en pastos creados mediante la tala de bosques es especialmente intensivo en emisiones. Esta práctica suele ir acompañada de una deforestación a gran escala, como se observa en Brasil y Colombia. Las vacas también producen grandes cantidades de metano, un potente gas de efecto invernadero, al digerir sus alimentos. El informe afirma con gran confianza que las dietas equilibradas con alimentos de origen vegetal y animal producidos de forma sostenible “presentan grandes oportunidades de adaptación y mitigación, al tiempo que generan importantes beneficios colaterales en términos de salud humana”. Para 2050, los cambios en la dieta podrían liberar varios millones de kilómetros cuadrados de tierra y reducir las emisiones mundiales de CO2 en hasta ocho mil millones de toneladas al año, en relación con el mantenimiento de la situación actual, estiman los científicos (véase “¿Qué pasaría si la gente comiera menos carne?”).