Un familiar anciano que se niega a comer
Es posible que ya no quiera comer ni beber nada. Esto puede deberse a que el esfuerzo de comer o beber les resulte excesivo. Pero también puede deberse a que no tienen ninguna necesidad o deseo de comer o beber.
A veces la respiración de la persona puede ser ruidosa o “traqueteante”. Esto puede deberse a que no es capaz de reabsorber o tragar los fluidos normales en el pecho o la garganta, lo que puede provocar un sonido de traqueteo.
El sonido del traqueteo puede ser molesto de escuchar, pero no parece causar ninguna angustia a la persona moribunda. Puede ser un poco como los ronquidos, que afectan más a los que los oyen que a la persona que los emite.
Es normal que un moribundo duerma más. Por lo general, puede estar menos interesado en lo que ocurre a su alrededor y tener menos energía para participar, pero esto no significa necesariamente que ya no escuche lo que le dices.
No sientas que tienes que dejar de comunicarte con la persona. Puedes seguir hablándole en voz baja y con calma. También puedes intentar hacerle saber que estás ahí de otras maneras. Por ejemplo: cogiéndole la mano, leyéndole o poniendo su música favorita.
Una persona de 90 años que no come ni bebe
Dejar de comer y beber voluntariamente significa rechazar todos los alimentos y líquidos, incluidos los que se toman a través de una sonda de alimentación, entendiendo que hacerlo acelerará la muerte. Se trata de una opción para las personas con enfermedades terminales o que limitan la vida y que consideran que con la VSED no se prolongará su muerte. Una de las ventajas de esta decisión es que puedes cambiar de opinión en cualquier momento y volver a comer y beber.
Se puede vivir mucho tiempo sin comer, pero la deshidratación (falta de líquidos) acelera el proceso de muerte. Morir por deshidratación no suele ser incómodo una vez que desaparece la sensación inicial de sed. Si se deja de comer y beber, la muerte puede producirse a los pocos días, aunque para la mayoría de las personas la media es de unos diez días. En raras ocasiones, el proceso puede durar hasta varias semanas. Depende de su edad, enfermedad y estado nutricional.
Al principio, se sentirá igual que antes de empezar el VSED. Es posible que el primer día sienta hambre y sed, pero estas sensaciones suelen ser tolerables; las molestias pueden aliviarse con sedantes suaves u otras técnicas como hisopos bucales, bálsamo labial y enjuagues de agua fría.
Qué ocurre cuando un paciente se niega a comer
¿Qué hacer cuando los residentes de cuidados de larga duración no quieren comer? ¿Qué hacer cuando los residentes de cuidados de larga duración no quieren comer? Inicio>Nutrición clínica, nutrición general>¿Qué hacer cuando los residentes de cuidados de larga duración no quieren comer?
El rechazo a comer y beber es un precursor común de la malnutrición en los residentes de cuidados de larga duración, especialmente en los adultos mayores. La desnutrición por falta de ingesta de alimentos es responsable de 40 de cada 100.000 muertes en adultos mayores de 85 años. La alimentación y el comedor son componentes de la calidad de vida y de la calidad de los cuidados en los centros de larga duración. Aproximadamente el 50-70% de los residentes dejan sin comer el 25% o más de los alimentos en la mayoría de las comidas y el 60-80% de los residentes tienen una orden del médico o dietista para recibir suplementos dietéticos. La Academia Americana de Nutrición y Dietética informa de que la desnutrición afecta negativamente a la calidad y la duración de la vida. La prevalencia de la ingesta de energía proteica de los residentes oscila entre el 23% y el 85%, lo que convierte a la desnutrición en uno de los problemas más graves a los que se enfrentan los profesionales sanitarios de los cuidados de larga duración. Los residentes con lesiones por presión necesitarán una mayor ingesta de calorías y proteínas para facilitar el proceso de curación.
Qué comer cuando no tienes ganas de comer
Hay formas relativamente sencillas de determinar si la negativa a comer es sólo temporal o puede ser un indicio del final de la vida. Una de las mejores y más exitosas formas de conseguir que una persona vuelva a comer es darle a su ser querido su comida favorita, a menudo un dulce. La última comida de mi padre fueron tres bocados de pastel de crema de coco de Village Inn que le di con una cuchara.
Como me dijo una enfermera hacia el final del viaje de papá: “Su negativa a comer es su última pizca de dignidad; lo último que pueden controlar”. Descubrí que ese sentimiento era válido para papá, que siempre solía decir con desprecio: “¡Hay que comer para sobrevivir!”. Papá, que vivió durante muchos años con una degeneración frontotemporal variante del comportamiento, o Pick, siempre decía que ninguna comida le sabía bien. Pero durante años se obligó a comer de todos modos.
La medicina moderna ha creado formas de alimentar a las personas que no pueden o no quieren comer: tubos de alimentación colocados directamente en el estómago o por vía intranasal. Sin embargo, la opinión generalizada es que las sondas de alimentación son una mala idea, sobre todo para los pacientes con demencia en fase avanzada.