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Los medios de comunicación nos hablan mucho de lo que debemos o no debemos comer. Un día los arándanos son el nuevo “superalimento” que reducirá nuestro riesgo de desarrollar demencia, y al siguiente es la humilde ciruela.Pero, ¿en qué información podemos confiar para ser precisos? ¿Pueden los alimentos que comemos reducir realmente el riesgo de desarrollar demencia? Si una persona tiene demencia, ¿puede su dieta o el uso de suplementos influir en la forma en que experimenta la demencia o en su progresión?
El cerebro requiere un suministro regular de nutrientes en nuestra dieta para funcionar y mantenerse sano. Cada vez se reconoce más que lo que comemos afecta al funcionamiento de nuestro cerebro y a nuestra salud mental, así como a nuestra salud física.
Tradicionalmente, los estudios realizados para investigar la relación entre la dieta, la función cognitiva y el riesgo de demencia se han centrado principalmente en el impacto de los nutrientes individuales en la salud del cerebro. Entre los nutrientes más investigados se encuentran las vitaminas B6, B12, C, E y el ácido fólico, así como los ácidos grasos esenciales omega 3. Los resultados de estas investigaciones no han sido concluyentes, por lo que no se han elaborado directrices para aconsejar la ingesta de nutrientes específicos. En este artículo exploraremos algunas de las investigaciones en curso sobre este tema.
Cómo prevenir la demencia
¿Puede el consumo de un alimento específico o el seguimiento de una dieta concreta ayudar a prevenir o retrasar la demencia causada por la enfermedad de Alzheimer? Muchos estudios sugieren que lo que comemos afecta a la capacidad del cerebro que envejece para pensar y recordar. Estos hallazgos han llevado a investigar los patrones generales de alimentación y si pueden marcar la diferencia.
La dieta mediterránea, la dieta MIND (que incluye elementos diseñados para reducir la presión arterial) y otros patrones de alimentación saludable se han asociado a beneficios cognitivos en los estudios, aunque las pruebas no son tan sólidas como las de otras intervenciones como la actividad física, la presión arterial y el entrenamiento cognitivo. Actualmente, los investigadores están probando con más rigor estas dietas para ver si pueden prevenir o retrasar la enfermedad de Alzheimer o el deterioro cognitivo relacionado con la edad.
Los cambios en el cerebro pueden producirse años antes de que aparezcan los primeros síntomas del Alzheimer. Estos cambios cerebrales tempranos sugieren una posible ventana de oportunidad para prevenir o retrasar los síntomas de la demencia. Los científicos están estudiando muchas formas posibles de hacerlo, como fármacos, cambios en el estilo de vida y combinaciones de estas intervenciones. A diferencia de otros factores de riesgo de la enfermedad de Alzheimer que no podemos cambiar, como la edad y la genética, las personas pueden controlar las opciones de estilo de vida, como la dieta, el ejercicio y el entrenamiento cognitivo.
Dieta para el Alzheimer
La dieta MIND recomienda el consumo frecuente de verduras de hoja verde. La col rizada, las espinacas, el brócoli, las berzas y otras verduras están repletas de vitaminas A y C y otros nutrientes. Las dietas mediterránea y DASH no recomiendan específicamente este tipo de verduras, pero el estudio de la dieta MIND descubrió que incluirlas además de otras verduras marcaba la diferencia a la hora de reducir el riesgo de padecer Alzheimer.
Al igual que otras dietas centradas en la pérdida de peso y la salud del corazón, la dieta MIND hace hincapié en la importancia de las verduras para la salud del cerebro. Los investigadores recomiendan comer una ensalada y al menos otra verdura cada día para reducir el riesgo de Alzheimer.
Los frutos secos son un buen tentempié para la salud del cerebro, según el estudio de la dieta MIND. Los frutos secos contienen grasas saludables, fibra y antioxidantes, y otros estudios han descubierto que pueden ayudar a reducir el colesterol malo y el riesgo de enfermedades cardíacas. La dieta MIND recomienda comer frutos secos al menos cinco veces por semana.
Tratamiento del Alzheimer
Es posible que una persona con demencia no sea capaz de reconocer cuándo tiene sed o de comunicarla. Esto significa que puede ser difícil que beba los ocho o diez vasos o tazas de líquido recomendados al día. Puede intentarlo:
Algunos problemas de alimentación y bebida asociados a la demencia pueden llevar a la pérdida de peso y a la desnutrición. Aunque los problemas pueden estar directamente relacionados con su demencia, puede haber problemas médicos subyacentes como:
Si ha notado cambios en el apetito de la persona, en sus hábitos de comer o beber, es una buena idea reservar una revisión con su médico de cabecera o dentista para descartar otras causas. No comer o beber lo suficiente puede provocar problemas como deshidratación, estreñimiento, infecciones del tracto urinario (ITU) y pérdida de peso, lo que puede empeorar los síntomas de la demencia.
Mientras que a la mayoría de los jóvenes se les aconseja seguir una dieta baja en grasas y azúcares, las personas mayores y las que padecen demencia necesitan más nutrientes, proteínas y calorías. Lo ideal es que también tomen un suplemento de vitamina D de 10 microgramos (disponible en farmacias) todos los días.