Licor de orujo
Los habitantes de Galicia, en el noroeste de España, tienen una larga tradición en la elaboración de licores fuertes destilados, y ninguno es más famoso que el orujo. Este licor de producción local es realmente fuerte y puede consumirse solo o utilizarse para preparar la popular y muy tradicional bebida gallega llamada queimada.
Hay una razón probable por la que el sabor del oroju se compara con el de la grappa. Ambos licores se elaboran a partir de la uva y sus restos, incluidos los tallos y las semillas. La grappa es conocida por tener un sabor parecido al de las ciruelas agrias con un toque de miel. Suele ser bastante dulce, mientras que el orujo tiene un sabor alcohólico más fuerte y un poco más agrio.
El ingrediente básico del orujo es el residuo de la producción de vino, del que también recibe su nombre. Una vez triturada la uva, los orujos pueden utilizarse para producir el licor. Los hollejos, las semillas y los tallos de la uva se fermentan en cubas abiertas y luego se destilan. Los alambiques, llamados alquitaras o potas, son tradicionalmente grandes calderas de cobre que se calientan a fuego abierto, mientras un poteiro (destilador de orujo) vigila su elaboración. El proceso de destilación en los alambiques dura 6 horas o más. Se cree que los alambiques de cobre utilizados por los gallegos durante siglos fueron traídos a la península ibérica por los árabes. Hay que tener en cuenta que el alcohol destilado a la antigua usanza puede contener alcohol y aceites nocivos y es mejor dejarlo en manos de los expertos.
Sabor a orujo
Los habitantes de Galicia, en el noroeste de España, tienen una larga tradición en la elaboración de licores fuertes destilados, y ninguno es más famoso que el orujo. Este licor de producción local es realmente fuerte y puede consumirse solo o utilizarse para preparar la popular y muy tradicional bebida gallega llamada queimada.
Hay una razón probable por la que el sabor del oroju se compara con el de la grappa. Ambos licores se elaboran a partir de la uva y sus restos, incluidos los tallos y las semillas. Se sabe que la grappa tiene un sabor parecido al de las ciruelas agrias con un toque de miel. Suele ser bastante dulce, mientras que el orujo tiene un sabor alcohólico más fuerte y un poco más agrio.
El ingrediente básico del orujo es el residuo de la producción de vino, del que también recibe su nombre. Una vez triturada la uva, los orujos pueden utilizarse para producir el licor. Los hollejos, las semillas y los tallos de la uva se fermentan en cubas abiertas y luego se destilan. Los alambiques, llamados alquitaras o potas, son tradicionalmente grandes calderas de cobre que se calientan a fuego abierto, mientras un poteiro (destilador de orujo) vigila su elaboración. El proceso de destilación en los alambiques dura 6 horas o más. Se cree que los alambiques de cobre utilizados por los gallegos durante siglos fueron traídos a la península ibérica por los árabes. Hay que tener en cuenta que el alcohol destilado a la antigua usanza puede contener alcohol y aceites nocivos y es mejor dejarlo en manos de los expertos.
Alcohol gallego
Parte de la diversión de escribir sobre licores es que uno nunca deja de descubrir intoxicantes. La bebida es una actividad humana tan antigua, y en muchos casos sigue siendo tan ferozmente regional, que el mundo está plagado de licores y aguardientes y vinos que, aunque se elaboran de la misma manera en el mismo lugar desde hace siglos, son en gran medida desconocidos para el resto del mundo.
La otra noche estuve en una fiesta organizada por una familia de la que soy amigo. El marido es de España y la familia pasa los veranos en la pequeña ciudad española donde nació. Tras una cena de paella casera, la pareja me preguntó si había probado alguna vez el orujo. No. Ni siquiera había oído hablar de él. Sacaron una botella de líquido transparente etiquetada como A Pedra Moura Aguardiente de Orujo Blanca.
Explicado de forma sencilla, el orujo es la respuesta de la región gallega del noroeste de España a la grapa. Se destila en un alambique a partir de los hollejos fermentados de las uvas locales. (Muchos de los alambiques son muy antiguos y, según la leyenda, algunos fueron traídos a la Península Ibérica por los árabes. La mayor parte es clara, o “blanca”, pero también existe el orujo añejo, que se envejece en barricas y es de color ámbar; y los orujos infusionados con hierbas y frutas. Los mejores, según mis amigos, se elaboran de forma privada en los sótanos de las casas, y las pocas botellas que se producen se venden en las tiendas del pueblo del destilador aficionado. Al parecer, son increíbles. En España, este producto se suele beber en pequeños vasos fríos después de comer.
Orujo vs grapa
Hace muy poco hablé de la importancia de la “calidez” en mi vida, y de cómo el vino desempeña un papel fundamental a la hora de facilitar ese ambiente cálido y acogedor. Sin embargo, el vino no es la única sustancia que crea esa experiencia; también está el Aguardiente de Orujo.
Es cierto que no soy muy aficionado a las bebidas espirituosas, prefiero los gin tonics en las cálidas noches de verano o el ocasional ponche caliente cuando las temperaturas bajan de cero, pero hay algo que decir de un licor acompañado de un hechizo pagano. Supongo que muy pocos de ustedes hablan de “el sucio pelo de una cabra malherida” antes de dar un sorbo a su Rob Roy, pero en el norte de España, este conjuro es una tradición muy destacada. (Foto de Flickr por David Hegarty)
La Queimada es un ritual tradicional, practicado por los habitantes de Galicia, situada en el extremo superior del noroeste de España, cómodamente apoyada sobre Portugal, para expulsar a los demonios y malos espíritus mediante un conjuro y un brebaje de brujas a base de orujo. Los orígenes del ritual aún se desconocen, aunque las teorías que compiten entre sí predicen que, o bien fue un remanente de las tribus celtas que se asentaron en España en el siglo XI y que rendían culto al politeísmo, o bien se desarrolló en la década de 1950, cuando Tito Freire designó la vasija de barro en la que se prepara la Queimada. El conjuro que la acompaña fue escrito por Mariano Marcos Abalo en la década de 1960.