Frutas exóticas de España
La producción de frutas y hortalizas de España estuvo liderada por los tomates, con 4,74 millones de toneladas (4,31 millones en 2020), los pimientos, con 1,50 millones (1,46 millones); las cebollas, con 1,45 millones (1,29 millones); las sandías, con 1,38 millones (1,23 millones), y las lechugas, con 1,06 millones (961.938 toneladas).
El país dedicó 401.711 hectáreas al cultivo de frutas y hortalizas en 2021, una cifra superior a las 386.084 hectáreas que utilizó en 2020. Andalucía concentró la mayor superficie con 134.939 hectáreas, de las que 65.177 corresponden a invernaderos y parcelas al aire libre de Almería.
Según el avance de “Superficies y producciones anuales de cultivos 2021” publicado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), en 2021 aumentó la superficie dedicada a los cultivos de guisante verde (3.085 hectáreas más que en 2020), sandía (+2.369 ha), ajo (+1.889 ha), maíz dulce (+1.788 ha) y cebolla (+1.640 ha).
11,26 millones de toneladas de los 16,39 millones de toneladas de frutas y hortalizas cosechadas el año pasado se vendieron para consumo en fresco y 4,49 millones se destinaron a la industria de transformación. 349.003 toneladas se destinaron a la alimentación animal y 284.338 a la humana.
¿Cuáles son los principales cultivos en España?
La sección principal de este artículo puede ser demasiado corta para resumir adecuadamente los puntos clave. Por favor, considere la posibilidad de ampliar el lead para proporcionar una visión general accesible de todos los aspectos importantes del artículo. (Junio 2016)
La agricultura en España es importante para la economía nacional. Las actividades del sector primario que representan la agricultura, la ganadería, la pesca y la silvicultura representaron un 2,7% del PIB español en 2017, con un 2,5% adicional representado por la industria agroalimentaria[1].
Visto en términos de masa terrestre, España es uno de los países más grandes de Europa Occidental, y ocupa el segundo lugar en cuanto a su elevación, después de Suiza[2] La mayor parte del territorio experimenta un clima estival seco (mediterráneo o semiárido) con escasas precipitaciones en verano y una elevada evaporación potencial, así como una precipitación total anual que oscila entre los 400 y los 600 mm[3]. Aunque las temperaturas mínimas medias de invierno suelen superar los 0 °C en gran parte de las tierras agrícolas, no son infrecuentes las heladas en el interior del país durante el invierno.
Frutas y verduras cultivadas en España
Destacando la importancia del sistema agrícola español en la UE, Planas subrayó en una entrevista en vídeo. que el éxito del modelo español se basa en “la calidad, la innovación y la capacidad de venta para responder a las necesidades y expectativas del mercado, de los consumidores”.
José María Pozancos, director de la Federación Española de Asociaciones de Productores Exportadores de Frutas, Hortalizas, Flores y Plantas Vivas (Fepex), dijo a EFE Agro que el sector cumple dos objetivos estratégicos: asegurar el suministro de frutas y hortalizas a todos los consumidores a precios razonables e impulsar el desarrollo sostenible de las zonas rurales.
Dado que esta producción es intensiva en mano de obra, genera muchos puestos de trabajo en el medio rural, aproximadamente 280.000 al año, lo que supone más del 50% de todos los empleos del sector agrario del país, subrayó Pozancos.
A su juicio, esto tiene además dos efectos positivos colaterales: la reducción de la elevada tasa de temporalidad y la progresiva implantación de la agricultura de precisión, un proceso que implica a trabajadores formados, con un nivel de cualificación cada vez más alto, “lo que evidentemente tiene un impacto muy positivo en la instalación de jóvenes agricultores en el medio rural”.
Frutas cultivadas en España
La mayoría de las plantas son venenosas. Los seres humanos han cultivado las pocas que eran comestibles y nutritivas o de buen sabor, y las han criado selectivamente durante miles de años para obtener una variedad de rasgos como el tamaño, el sabor y el color. También los hemos trasladado mucho. La región geográfica de la que proceden nuestros cultivos alimentarios no siempre es evidente por su distribución actual. El libro de Michael Pollan, La botánica del deseo, o la película documental que se hizo a partir de él, es una buena revisión si está interesado en aprender más sobre los orígenes y la cría selectiva de plantas para producir formas más favorables.
Aunque hoy en día cultivamos la mayoría de los cultivos en muchos más lugares que en los que se originaron, la agricultura moderna tiende a favorecer los grandes rodales de una sola variedad, como las patatas Russet, o el plátano Cavendish que la mayoría conocemos, que procede de un único clon. Estos monocultivos son más susceptibles a las enfermedades, por lo que puede ser muy útil que volvamos a los lugares donde crecen los tipos silvestres o las variedades menos comunes (si es que todavía lo hacen). Podemos utilizar esa diversidad genética para ayudar a que nuestros cultivos modernos sean más resistentes y, al mismo tiempo, permitir la aparición de tipos nuevos e interesantes.