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La enfermedad del hígado graso se caracteriza por la presencia de cantidades anormales de grasa en el hígado, lo que se denomina esteatosis. Si tiene grasa en el hígado pero no hay ningún otro daño, se cree que tiene una enfermedad del hígado graso no alcohólico (HGNA). Si no se trata, puede producirse una inflamación y un daño en las células del hígado, causando una enfermedad llamada esteatohepatitis no alcohólica (EHNA). La EHNA está asociada a la cirrosis, la enfermedad hepática terminal y el trasplante de hígado, y suele estar relacionada con enfermedades cardiovasculares.
Los cambios dietéticos que inducen la pérdida de peso y la incorporación de alimentos ricos en nutrientes y antioxidantes, como las frutas y las verduras, pueden revertir o prevenir la progresión de la enfermedad. También es importante limitar los carbohidratos refinados, los azúcares simples, los alimentos fritos, los alimentos procesados y los alimentos ricos en grasas saturadas.
Los alimentos más saludables
Sep202021Investigación clínicaDieta para la enfermedad del hígado grasoSi ya tiene la enfermedad del hígado graso o tiene un mayor riesgo de padecerla, una dieta saludable es la piedra angular para prevenir la enfermedad del hígado y manejarla. Una dieta para el hígado graso significa aprender qué comer y qué evitar para mantener el hígado sano, y punto.
Si padece la enfermedad del hígado graso, debe consumir alimentos que le ayuden a reducir la grasa del hígado y otros que le hagan trabajar menos. Dado que no existe un tratamiento para la enfermedad del hígado graso, su principal herramienta es la dieta. Lo que consumes debe evitar todo lo que estresa al hígado y cargarlo con todo lo que lo protege. Para empezar, debes trabajar para eliminar y quitar lo siguiente de tu dieta:
Una dieta favorable al hígado incluye frutas y verduras frescas, grasas saludables, carbohidratos complejos y alimentos ricos en antioxidantes. A continuación se indican algunas pautas que deben tenerse en cuenta al hacer la compra y durante la planificación y preparación de las comidas:
Orientar nuestros hábitos alimentarios para ayudar al hígado a funcionar mejor proporciona dos beneficios fundamentales. En el caso de las personas que ya padecen una enfermedad hepática, se está protegiendo el hígado de mayores daños. Si se detecta a tiempo, el hígado puede curarse a sí mismo y revertir la cicatrización. En segundo lugar, las personas que corren el riesgo de padecer una enfermedad hepática pueden retrasar o incluso prevenir su aparición adoptando cambios en su estilo de vida.
Dieta para el hígado
Los huevos son una fuente de proteínas de alto valor biológico porque nos aportan aminoácidos esenciales, que son aquellos que nuestro organismo no puede producir pero que son necesarios para la formación de nuestras proteínas. También contienen grasas beneficiosas para la salud (mono y poliinsaturadas), minerales (hierro, fósforo, magnesio,..) y vitaminas (B12, ácido fólico, vitamina D..). Además su aporte energético es bajo.
Muchos pacientes en nuestra clínica nos preguntan si pueden consumir huevos, ya que está muy extendida la creencia de que las personas con una enfermedad hepática no pueden comerlos e incluso que son perjudiciales en personas sanas. Esto no es cierto.
Seguramente, la mala fama de este alimento proviene de su alto contenido en colesterol. Se supone que la ingesta de una dieta alta en colesterol está asociada a niveles altos de colesterol en sangre. Sin embargo, muchos estudios científicos demuestran que el colesterol que tomamos en nuestra dieta influye poco o nada en los niveles de colesterol en la sangre.
El punto fundamental para controlar los valores de colesterol es reducir el consumo de grasas saturadas (presentes en carnes rojas, lácteos enteros…) y grasas trans (bollería, alimentos procesados). Teniendo en cuenta que en el huevo la cantidad de este tipo de grasas es muy baja y dado su alto contenido nutricional, se recomienda incluir los huevos en una dieta equilibrada (unos dos o tres por semana), cocinándolos de forma saludable (revueltos, cocidos, escalfados, ..) para evitar añadir calorías innecesarias (fritos).
Suplementos para el hígado graso
Un hígado que funcione correctamente es clave para su salud. El hígado realiza más de 500 tareas diferentes para que el cuerpo funcione. Esto incluye funciones esenciales de metabolismo y digestión de nutrientes y eliminación de toxinas. Pero las enfermedades agudas o crónicas del hígado son comunes, y pueden ser heredadas o adquiridas. La enfermedad del hígado graso no alcohólico (HGNA) es la enfermedad hepática crónica más común entre la población de los países desarrollados. De hecho, casi 1 de cada 3 adultos y 1 de cada 10 niños en Estados Unidos la padecen.
La enfermedad del hígado graso consiste en la acumulación de depósitos de grasa en las células del hígado. Esto hace que, con el tiempo, el hígado tenga más dificultades para funcionar correctamente. La acumulación de grasa conduce a la inflamación e hinchazón del hígado. Si no hay cambios, esto puede llevar a la cicatrización del tejido hepático, llamada cirrosis. Y la cirrosis puede provocar insuficiencia hepática o cáncer de hígado.
Hay dos tipos de enfermedades del hígado graso. En primer lugar, la enfermedad hepática alcohólica es el resultado del consumo excesivo de alcohol. En segundo lugar, la enfermedad del hígado graso no alcohólico se da en personas que no son grandes bebedores y se desconoce la causa exacta. Pero casi todas las personas que adquieren la NAFLD tienen uno o más de los siguientes factores de riesgo: